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Entrevista a Mónica López

Mónica López es autora de los libros Cuentos del laberinto y El valle de los espejos perdidos.

Nos gustaría que nos hablaras un poco de El valle de los espejos perdidos, los lectores desean saber por qué deberían comprarla.

El valle de los espejos perdidos es una colección de cuentos integrados (fix – up) que tienen lugar en el imaginario pueblo de Valdespejo, “valle del espejo”, llamado así por el yacimiento de mica que existe allí (la mica en bruto recuerda a láminas de espejos superpuestas). Cada relato está acompañado por una imagen del ilustrador cordobés Emilio Díaz Estepa, que ha plasmado la esencia de cada relato con una genialidad única.

Durante una tarde de lluvia, un grupo de personajes anónimos cuentan lo que ellos llaman “historias imposibles”, que servirán de preludio para cada cuento: leyendas, mitos, rumores, historias del lugar. Mi intención era crear un juego en el que primero se cuenta la leyenda desfigurada por la tradición oral para después presentar el relato “real” de cada historia.

El cuento tiene ventajas con respecto a la novela: para empezar, un libro de relatos es como un laboratorio. Múltiples personajes, perspectivas, escenarios. He experimentado con varios géneros en este libro, así que el lector encontrará realismo mágico, neo – noir, surrealismo (entendido al estilo de Jan Švankmajer) o fantasía, entre otros.

Cada escritor es un mundo en todos los sentidos y suelen tener sus particularidades a la hora de escribir. En tu caso ¿existe alguna manía que tengas como escritora, por ejemplo, escribir a una hora o lugar concreto, al lado de un objeto determinado?

No para escribir pero sí para el proceso que podríamos llamar “laboratorio de ideas”, donde uso un cuaderno especial (el que estoy usando ahora es coreano, con la ilustración Flores y mariposas de Nam Gye – U en la cubierta) y el bolígrafo que me dieron cuando gané el Premio Federico García Lorca de la Universidad de Granada. Son como talismanes para mí.

¿Alguna vez te has enfrentado al problema de la llamada hoja en blanco?

La verdad es que no. Para evitarlo, recomiendo asistir a talleres de escritura creativa: son un flujo continuo de historias en efervescencia. Allí, una frase se puede convertir en un poema, transformarse en relato y evolucionar en un libro.

El apoyo de la familia es muy importante para cualquier persona, ¿qué sentisteis cuando se vendieron los primeros ejemplares de tu libro?

En mi caso, agobio. Tantas dedicatorias… quería que cada una fuera única, aún lo sigo intentando. En mi familia estaban como exaltados, además ahora con los grupos de WhatsApp familiares la noticia corrió como la pólvora y recibí una especie de abrazo gigante desde todas partes. Todos estaban orgullosos de que los apellidos López del Consuelo estuvieran en un libro y formar parte de los fondos de la Biblioteca Nacional.

¿Te gustaría convertir tu pasión por escribir en tu medio de vida? ¿Lo crees posible?

Es mi meta y sí, lo creo posible.

¿Cómo haces para promocionarte?

Que la gente te vea y te conozca es fundamental: recitales, presentaciones, encuentros, talleres… Lo directo es lo que mejor funciona, es decir, que la gente escuche tu obra a través tus propias palabras, tu propia voz. El material físico como marcapáginas o muestras de las primeras páginas del libro es rápido y asequible. Por último, contactar con los medios (ya sean tradicionales o modernos).

¿Qué recomendaciones le darías a un escritor que empieza a escribir?

Busca. No voy a decir “escribe”, me parece un comodín que se dice siempre, una sugerencia vacía… o “escribe y lee de todo, a los clásicos y a los modernos”, como me dijeron a mí una vez. Es obvio que el escritor que esté leyendo esto esperando un consejo ya lo hace. Yo le digo que busque: que busque convocatorias para escritores (que no hay muchas, pero algo hay), que busque residencias, que busque premios y concursos, que busque recitales, que busque lectores beta, que busque gente para la que pueda leer sus escritos en voz alta (este ejercicio lo recomiendo especialmente), que busque editoriales. Que busque donde quiera, pero que lo que escriba salga de su ordenador de algún modo.

¿Qué es lo más difícil que tiene ser escritor?

La constancia. La soledad no es precisamente un plato de placer: el trabajo de escritor es solitario, salvo excepciones. Echo de menos (y mucho) un equipo de trabajo que me ilusione y me active cada jornada. Escribir y leer todos los días (un verdadero escritor debería hacerlo, ¿no?) también me resulta difícil, dado que ahora mismo yo soy mi propio agente literario y tengo que cubrir gran parte del tiempo haciendo este trabajo, que con el estreno de El valle de los espejos perdidos ahora ocupa toda mi agenda.

¿Cuáles son tus referentes literarios?

La lista es larga pero lo intentaré resumir: las obras de Isabel Allende y Gabriel García Márquez siempre han tenido para mí una atracción irresistible. Adoro la literatura de Ana María Matute, José Saramago y Eduardo Galeano. La fantasía de Michael Ende para mí fue un antes y un después, autor que ahora estoy redescubriendo a través de sus relatos cortos. Neil Gaiman me enamora: la primera vez que leí un libro suyo sentí que vivíamos en el mismo mundo. Y el perfil de cuentista de Espido Freire me fascina.

Si al escribir tuvieras la oportunidad de cambiar el mundo, ¿qué cambiarías?

El modo en que lo vemos a través del ojo de un alfiler.

Por nuestra parte eso ha sido todo, pero te invitamos a comentar lo que desees para finalizar la entrevista.

Quiero dar las gracias a todo el equipo de “Adopta un Escritor” por ofrecerme esta entrevista y la labor que hacéis ayudando a los escritores emergentes de manera desinteresada. El sábado 20 de octubre estaré en el Festival Ñ con el resto de beneficiarios de las Ayudas Injuve para la Creación Joven de literatura y música, por si alguno de vuestros lectores quiere pasarse por allí.

Todos los que componemos el proyecto “Adopta un Escritor” agradecemos tu colaboración.

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